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Aqueldía lejano, después del accidente, los padres muertos, la carretera, el bosque,la niña que anda sorbiéndose la sangre.
¿Sangre de qué?
Lacaperucita roja de Guillermo Orsi se hizo mayor, y recuerda.
Así arranca:



Nadie va de pesca con un fusil.
A Román Carmona no le preocupó explicarpor qué lo llevaba, esa mañana en que partió hacia la montaña y apenas si se despidióde su mujer, el brazo en alto, antes de subir al auto, ella desempañando con lapalma de su mano derecha el ventanal del dormitorio. Había desayunado ensoledad, Alicia seguía durmiendo, se había quejado, apenas un murmullo al oírque se levantaba y se duchaba y preparaba sus cosas, como tantos otros fines desemana que pasa solo en la montaña, junto al gran lago, dice que peregrinandopor los arroyos con su equipo de pesca, fumando y comiendo enlatados yrefrigerados, bebiendo, perdiéndose en su soledad como en la espesura de losbosques.