Hay ángaros dormidos en las brasas del amanecer








¿Qué ojos ven la noche? ¿Qué ojos son la noche?

Pere Gimferrer


Hay ángaros dormidos en las brasas del amanecer.
La pureza de la voz se ha formado del humo
y cruza deshecha la labor victoriosa de los pájaros.
Nunca tuve un sueño más cercano a la carne
y habité una estancia tan ardiente en mitad de la oscuridad.
Hubo un aroma que en tu boca rehizo mi deseo,
sentí tus dedos caminando despacio,
simples y precisos, por la longitud de mi horizonte.
Mírame ahora bien, desnudo ante tu cuerpo,
solo soy la fiel herida que eligió tu mirada,
una noche larga y sin palabras entregada a ti
y un amanecer que supiste envolver como un sudario
para que fuera de nuevo reo de tu silencio.