La lista Echevarría





Los libros esenciales de la literatura en español. El admirado y temido crítico Ignacio Echevarría elige las 100 novelas más importantes de los últimos 60 años. La lista empieza en Onetti y termina en Ferrer Lerín. Por en medio, aparecen los clásicos (Bioy, Cortázar, Benet, Delibes), los clasiquísimos (Borges, Sabato, Rulfo...), los que tienen Nobel (García Márquez, Cela, Vargas Llosa), los chicos de los 'prodigiosos 80' españoles (Gándara, Muñoz Molina, Álvaro del Amo), algún que otro indie de los 90 (Loriga, Fresán, Casavella) o del más acá (Fuguet, Cebrián)... Está Umbral, está Marías... Y sale Bolaño, claro. De hecho, es el único que sale dos veces (por 2066 y por Los detectives salvajes).
En la firma de la lista aparece el nombre del editor, crítico y colaborador de 'El Cultural', Ignacio Echevarría, que no es poca firma y en la cabecera del libro, su título, un poco insuficiente: Los libros esenciales de la literatura en español (Editorial Lunwerg).
Insuficiente, porque habría que explicar que la selección tiene un marco temporal (de 1950 a 2010) y que donde dice libros, debería decir novelas o casi novelas. Es decir: el momento y el campo en el que América Latina se convirtió en uno de los centros mundiales de la narrativa (a pesar de ello, en la lista hay más escritores españoles que de ningún otro país).
Al final, la selección de 100 títulos atrae por los que salen y, como siempre ocurre en estos caso, por los que no salen. El propio Echevarría, en la introducción de su selección, cae en ello.
"El lector no ha de escandalizarse demasiado si no encuentra en esta lista autores que, en un contexto sujeto a más exigencias (ya fuesen de orden académico o simplemente pedagógico), hubieran debido constar a la fuerza. Por lo demás, la selección asume abiertamente las limitaciones propias (y bien patentes) de la perspectiva con que ha sido elaborada, que son las de un lector de sexo varón, nacido en Barcelona, España, en el año 1969, con un interés más o menos continuado por la narrativa que se escribe en su propia lengua. Este interés, sin embargo, no es el de un especialista ni el de un investigador, ni se sustenta en un conocimiento de primera mano de las múltiples tradiciones nacionales aquí contempladas, ni muchos menos. Esto explica, aunque no excuse la escasa o nula representación que tienen aquí algunas de esas tradiciones. Y explica también que, en general, la proporción entre libros escritos por autores españoles y libros escritos por latinoamericanos no se corresponda ni remotamente a la que se desprendería de una selección hecha con una perspectiva más ecuánime. Hay otras desproporciones en esta lista que también pueden dar lugar a escándalo, pero no es cuestión aquí de salir al paso de los infinitos reproches que cabe hacer a un libro de este tipo, bien dispuesto a aceptarlos todos y, sin embargo, confiado en ser de alguna utilidad".

El Mundo.es Madrid 14/10/11