Aceras

Imagen tomada de la red




¿Es el ejercicio más difícil?
Mirarnos a los ojos al cruzarnos,
ladear el torso,
intuir bajo el rostro un nombre
e ingerirlo.
Nos haríamos de todos:
el deseo a la intemperie,
(presto a ser también deseado)
el hambre expuesta
(dispuesta al asedio masivo
de todos los estómagos).
¿Es realmente tan difícil
rasgarse el párpado,
atrapar la luz,
no sentirse solo?


(c) Elisa Berna Martínez