Tierra y vida

Con demasiada frecuencia hacemos de la vida un lugar repleto de velocidad, ruido y palabras que no dicen nada. Miramos lejos, siempre más allá del horizonte, a lugares con otro idioma y olvidamos lo que tenemos cerca. Cambiamos exotismo y lejanía por la tierra que pisamos; lo de diario por vestir siempre de domingo y de turistas; el calor por el frío; el frío por un mes de mayo. Castillos en el aire por veinte siglos de soledad. Palacios de cartón por hogares.
Preferimos oír hablar de vidas ajenas antes que mirar debajo de nuestra cama y nuestra alfombra. Somos plañideros, protestones, demagogos en lugar de observadores. Preferimos los fuegos de artificio a nuestro reflejo. Cambiamos pasatiempos por vida. Palabras complicadas para olvidarnos de lo esencial, de lo sencillo, lo elemental; de lo que realmente importa. Rechazamos lo simple para quedarnos con lo que brilla. Aunque sea falso, aunque destiña, aunque sea perecedero y pasajero.
Y entonces llega Susana para dejarnos algo de lucidez en este delirio. En esta queja y en este absurdo en el que se han convertido nuestra vida y nuestra mirada.
Aparece Susana y sus palabras sencillas para hablarnos de tierra y vida.
Tierra en la que vive, que pisan sus pies, que ama y en la que detiene su mirada. Vivir las Cinco Villas/beber la vida/tierra viva.
Palabras, versos, poemas de Susana que hablan de lugares y gentes. Del río Arba y la vida que deja el agua. Del amor a una tierra, suave brisa/fuerte cierzo/claro cielo/niebla intensa.
De su dolor por ver que se ha quedado en medio de la nada. Piedras que vieron el ayer y esperan el mañana, el futuro. Del vacío de la emigración, destino sin retorno de muchos, hijos que no regresarán. De los colonos, los que llegaron con el agua y van muriendo. Del horror de los incendios que calcinan sus montes en noches de junio rojizas.
Poemas de una tierra que es así: la luz encendida/la puerta abierta/la llama en el hogar/la leña cercana/y el pan y el vino/sobre la mesa.
Poemas de vida que nos traen la parte personal. Poemas de recuerdo y homenaje a Miguel Hernández, Becquer y Dulce Chacón, a los hombres y mujeres que se llevó la guerra, de las huellas de su muerte.
Poemas personales para pedir un alma prestada, manos para tocar el mundo, ojos para ver, boca para hablar de esperanza cuando no se tiene nada.
Poemas para dedicarle a una hija, para hablar de amor y edad, fechas de ayer y futuro creado día a día. Poemas para vivir inventando la vida, sabiendo gastarla.
Poemas para hablar de amistad, del maltrato cobarde a las mujeres, del desamor, de niños que pasan hambre con moscas en sus ojos, de guerras modernas que traen lo mismo que las viejas, de vidas rotas en trenes de Atocha.
Poemas para hablar de suerte en la vida, lotería que nunca toca; de un regreso a Soria, y de versos dedicados a ella, de los que siempre forma parte.
Poemas de Susana por los que lentamente ha ido pasando la vida, sus destellos y su dolor. Que son lenguaje de otoño y primavera/ teatro de los sentimientos/canto de vida y muerte/ lágrimas de alegría y desesperación. Palabras y versos para hablar de tierra y vida porque si al poeta le faltan las palabras el verdugo aprovecha la ocasión.
Palabras de Susana que son, como en la cita final de Nikolai Karamzin, un retrato de su espíritu y su corazón.

Susana Hernández Sánchez. “Vivir las Cinco Villas”. Foro de mujeres progresistas de Ejea. Ejea, Zaragoza, 2007.