SUPERHÉROES DE BARRIO

Caligrafía de los sueños. Juan Marsé. Lumen. 2011. 425 páginas.

Caligrafía de los sueños es la primera novela publicada por Juan Marsé (Barcelona, 1933) después de ganar el Premio Cervantes en 2008. En su nuevo libro, el autor de Últimas tardes con Teresa, Si te dicen que caí o El embrujo de Shanghai, se mantiene fiel al estilo y al universo literario que viene desarrollando con maestría desde sus inicios como narrador a principios de los años sesenta del pasado siglo.

Como el propio escritor ha manifestado en alguna entrevista, Caligrafía de los sueños es probablemente su novela más autobiográfica. Ambientada en Barcelona en 1948, está narrada en primera persona por un chico de quince años llamado Mingo, abreviación de Domingo, pero que se hace llamar Ringo, como el famoso pistolero de La diligencia. Ringo es un chico imbuido de ficción, lector de tebeos y aficionado a los cines de barrio de sesión doble, que quiere ser pianista pero al que la pérdida de un dedo acabará inclinando a la literatura.

Por primera vez en su narrativa, Marsé aborda, a través de Ringo, su condición de hijo adoptado. Los padres del chico son dos personajes literariamente bastante logrados; principalmente el padre, al que todos conocen como el Matarratas. Más lo son todavía Vicky y Violeta, madre e hija respectivamente, y el enigmático señor Alonso, que fue jugador en los tiempos gloriosos del club de fútbol Europa. Hay además otros personajes que ya habían aparecido en otras novelas del autor. Incluso el propio joven protagonista tenía un papel muy secundario en Si te dicen que caí.

Marsé traza otra vez un magnífico retrato de la Barcelona de los años cuarenta, con evidentes rescoldos de la aún reciente guerra civil que impregnan buena parte del ambiente familiar del joven Ringo. De nuevo, casi toda la novela transcurre en el barrio del Carmelo, en cuya calle Torrente de las Flores vive el protagonista y donde se encuentra el bar Rosales en que pasa parte de su tiempo, debatiéndose entre sus lecturas y una realidad que poco a poco se abre paso en su mundo adolescente.

En ese último sentido, la novela puede considerarse un relato de iniciación y aprendizaje. La vida, con la vulgar fealdad de aquellos años tristes, irrumpe con fuerza e inesperadas sorpresas en los mundos de evasión en los que el joven vive refugiado. Ese contraste se pone de manifiesto, por ejemplo, en el verdadero origen, nada poético, del nombre de la calle Torrente de las Flores y, sobre todo, en el contenido de la carta final y su nula relación con los hechos que realmente la motivaron. Es, sin embargo, de la realidad prosaica y cotidiana de esos años grises en un barrio periférico barcelonés, desangelado y pobre, y de los personajes que lo habitan, de donde surge casi siempre la convincente literatura de Juan Marsé.

Carlos Bravo Suárez