El hombre de la gorra


Exposición de Ruven Afanador en Sevilla.
Fotografía de González Alba



Al hombre de la gorra
lo engulló por fin la lluvia.
Una tarde de agosto.
Hace ya muchas lluvias.
Y dejó de quemarme la piel
el examen cauteloso de su mirada,
anegado -quizá- el juicio
por el agua sorpresiva del verano.
El hombre de la gorra
poco a poco fue encogiendo,
no concebían sus manos
ríos ni lágrimas.
Me miraba asustado
y yo estiraba
mi cuerpo divertido hasta las nubes.
Grande.
Grande.
Y él tan diminuto.
Gimoteando.


Al hombre de la gorra no volví a verlo.
Dejó apenas un rastro sucio.
Y su gorra.

(c) Elisa Berna Martínez