| Con estas previsiones, recuerda dejar |
| la tierra que se cueza, romper los montes grandes |
| con hoyas y las glebas volteadas exponerlas |
| al viento Aquilón, mucho antes de que plantes |
| la estirpe poderosa de la vid. Blando suelo |
| reclaman las mejores cepas. La escarcha fría |
| y el viento lo procuran, y el recio cavador |
| que mueve de la tierra deshecha las yugadas. |
| Pero aquel labrador al que nada se le escapa |
| busca con tiempo un sitio donde plantar luego |
| sarmientos en hilera, un suelo parecido |
| a aquel en que arrimó a los árboles plantones, |
| para que no extrañen el cambio de la madre. |
| En las cortezas marcan la orientación del cielo |
| y restauran así la posición de cada una, |
| la parte que aguantaba los calores del sur |
| y la que vuelta estaba de espaldas al norte: |
| hace mucho el hábito cuando están tiernas. |
| Has de averiguar primero si es mejor |
| poner la vid en faldas o en terreno llano. |
| Si en campos de tierra crasa quieres vendimia, |
| planta los brotes juntos, que no es más lento Baco |
| en cepas apretadas; si el suelo se empina |
| en lomas y colinas de cuestas muy tendidas, |
| espacia las hileras, ponlas al tresbolillo, |
| que cuadre al cortarse la hilera con la calle. |
| Así ocurre a menudo en las grandes batallas, |
| cuando una legión que formaba en columna |
| despliega las cohortes y las tropas ocupan |
| las anchuras del campo, y las rectas escuadras |
| y la tierra entera se ensancha y se ondula |
| de bronces que al abrirse resplandecen, en tanto |
| aún no se han revuelto en terrible combate, |
| y Marte, indeciso, pasea entre las armas. |
| Que la separación se ajuste entre las calles |
| a la misma medida, no por que alimente |
| la hermosa perspectiva un corazón vacío, |
| sino porque la tierra no de otra manera |
| dará la misma fuerza a todas, ni los sarmientos |
| podrán desparramarse por el espacio libre. |
