Albada 232




ACCIÓN Y PALABRAS
(6 de marzo de 2011)
Y es que no ha sido sólo un dar “denominación” al papel timbrado, un buscar el amparo de la sonoridad y el recuerdo de un nombre prestigioso. Está claro que no. Aunque la imaginación y el ingenio debían de ser uno de los puntos fuertes de nuestro insigne paisano Segundo de Chomón, se me ocurre que quizás nunca se le pasó por la cabeza que, además de en sus películas, su particular espíritu –de generosa, incansable y curiosa condición– iba a animar e inspirar en un instituto de su ciudad natal, dos de las tareas más hermosas a las que puede dedicarse el ser humano: aprender y enseñar.


Esta semana leía contenta (leer –aunque sea el recibo de la luz– irremediablemente siempre está empapado de “sentimiento”) en el Diario de Teruel que “la biblioteca del nuevo IES, más dinámica que nunca… se ha convertido en el eje vertebrador de la actividad en el centro educativo…”. En estos tiempos en que las palabras se han vuelto cada vez más carcasas sin contenido, cáscaras de rutilante aspecto y vacío deprimente en su interior, reconforta saber que más allá de la literatura oficial, de las declaraciones formales y documentos reglamentarios, hay quien tomándose las “cosas en serio” apuesta y consigue con esfuerzo, mucha imaginación y sobre todo ilusión compartida por un estupendo equipo de profesores, transformar discurso en hecho, ideario en evidencia. El Instituto Segundo de Chomón es el ejemplo de “conocer y saber considerar” las más novedosas corrientes en educación sobre la biblioteca escolar como Centro de Recursos y Aprendizaje y consecuentemente de cómo hay que desarrollar los procedimientos adecuados para convertir este potente servicio en puntal fundamental dentro del proceso educativo.


Las bibliotecas escolares en España han tenido que recorrer un largo camino hasta ponerse al nivel europeo y ver reconocida su importante misión dentro de centro escolar. Sobre el papel, es decir en las sucesivas legislaciones que hemos venido asumiendo, el valor y la consideración que se les ha dado ha ido en aumento ( especialmente en la última reforma se ha conseguido llegar al completo y muy eficaz concepto del CREA), pero falta todavía un compromiso serio para proveerlas de personal cualificado y “motivado”, presupuesto para dotarlas de material e instalaciones adecuadas, y sobre todo se echa en falta en muchos equipos directivos y claustros la sensibilidad y, por qué no, la inteligencia para reconocer su importancia en la autonomía del aprendizaje de cada individuo y en la educación permanente de toda la comunidad.


La actitud, la ilusión, la profesionalidad del equipo que trabaja en la Biblioteca del Instituto Segundo de Chomón seguro que llena de satisfacción al genial redactor turolense: dónde quiera que esté dirigiendo su próxima película seguro que les hace un guiño cuando se retira la claqueta y grita: ¡ACCIÓN!