Es bastante fácil hablar de la prostitución en teoría o por organizaciones. Hablar de la prostitución en los papeles y en los anuncios. Algunos dicen que les cansa ver cómo cada vez que dan un espacio a las hembras, se empeñan en hablar de la prostitución que los machos usan, pagan, alientan, consumen. Yo misma a menudo no sé qué pensar y también me canso.
Entonces, llamo a una puta.
Esta se llama María, es una puta de mediana edad (la mía) con la que ya hablé hace una década para un artículo. Trabaja cerca de casa, en un edificio dedicado al asunto, siempre con la fachada cerrada en persianas verdes, que alquila habitaciones. No me dice cuánto cobra, pero sí que ella es "española, limpia, sana, independiente y no me meto". Que no se droga, o sea. Su aspecto no ha cambiado mucho en estos diez años.
- Ahora es más bestia -recordando nuestra cita anterior, levanta la vista y desafía-. Cada vez es más bestia... Colocados todo les parece poco.
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