desde ese lugar te hablo,
donde crece la umbría cálida y el fuego
cuando el otoño deshace con el viento la hojarasca muerta.
Desde allí, donde todavía una guitarra
tiene cuerdas tensadas para dirimir entre tu silencio y el mío,
y un oboe sin saberlo trae desde Venecia el tiempo,
ese tiempo sin memoria, sin medida,
que tiene tu cuerpo guardado siempre para el mío.
Marcello Adagio Oboe