Indolencia
"Antes pensaba que aguantaba muy bien la soledad - confiesa Nacho -, y por eso me parecía muy bien vivir solo. La heroína, la metadona, los opiáceos te crean una especie de indolencia, la sensación de que no afectan las cosas, y te crees que la vida es así. Desde que dejé la metadona estoy mejor, no dependo de tener que meterme algo todos los días, pero me di cuenta de que me afectan más las cosas de lo que pensaba. Yo creía que lo que quería era estar solo, y cuando me encontré solo me di cuenta de que es lo peor que te puede pasar”.
De su largo proceso de desintoxicación, Nacho Vegas ha aprendido dos cosas: que cuesta mucho (“Pensaba que lo difícil era dejarlo, pasar el mono, pero lo peor es luego, tienes como que reaprender a vivir, emocionalmente. Y es algo que es muy difícil de explicar, es algo que sólo puedo hablar con gente que ha pasado por lo mismo”); y que, una vez conseguido, no te garantiza ser capaz de torcer el volante hacia la zona limpia. Aunque, a su manera, no deje de intentar colarse: “Le dije a mi médico que no quería seguir con pastillas. Y él me decía: ‘Joder, has estado enganchado a la metadona y al caballo tantos años y ahora no quieres que te dé una pastilla’. Pues no. No me sirve. Todo lo bueno tiene que estar dentro de uno. Las pastillas no pueden servir para suplir carencias emocionales. Las carencias emocionales se suplen con emociones de verdad, con relaciones. Por eso creo en la comunidad, y en la sociedad, y en el ser humano. El mundo puede ser bonito. Si cambiara radicalmente".
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