El mapa y el territorio. Michel Houellebecq. Anagrama. 380 páginas.
Aunque su obra parece ir siempre acompañada de polémica, Michel Houellebecq (1958) es sin duda en una de las grandes revelaciones de la literatura francesa de los últimos años. Sus tres novelas anteriores -Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales y Plataforma- han tenido una excelente acogida entre los lectores y la crítica del país vecino. Con El mapa y el territorio, su último libro, Houellebecq obtuvo el pasado año el prestigioso Premio Goncourt y se ha consolidado como una referencia ineludible dentro del panorama literario europeo actual.
El mapa y el territorio cuenta la historia de Jed Martin, un fotógrafo y pintor francés que logra la fama y el éxito económico con su obra artística, entre la que destacan una serie de fotografías para los mapas de carreteras Michelín y una colección de retratos de personas importantes en diferentes profesiones. Uno de sus cuadros más famosos es Bill Gates y Steve Jobs conversando sobre el futuro de la informática. El mundo del arte se presenta en el libro como muy estrechamente ligado al de las finanzas, y los ricos pagan verdaderas fortunas por conseguir sus retratos. Hay también mucha ironía y cierta mala uva a la hora de tratar a los críticos de arte, en especial al del influyente diario Le Monde.
Houellebeck recurre también a la denominada autoficción y se convierte en un importante personaje de su novela. El propio Jed Martin pintará su retrato. En su tercera parte, la narración adopta un cierto tono de novela negra y el policía Jasselin adquiere un notable protagonismo como encargado de esclarecer un extraño y oscuro asesinato.
Las referencias al sexo son frecuentes y directas, sin tapujos ni eufemismos, incluso con algunos detalles que podrían considerarse de mal gusto. Houellebeck intenta diseccionar la sociedad moderna postindustrial describiendo sobre todo el mundo de los ricos y, en especial, de la burguesía parisina. Un mundo en el que predomina el afán por el negocio y el dinero, algo que encontramos hasta en la aplicación de la eutanasia en una clínica suiza a la que acude el padre del protagonista. Al final del libro, su personaje principal se proyecta hacía el futuro inmediato. El autor parece pretender así ejercer de visionario de los tiempos venideros. Por momentos, aunque siempre dentro de la ficción narrativa, el libro adopta un tono y un enfoque casi ensayísticos, en una sugerente y productiva mezcla de géneros literarios.
Finalmente, los principales personajes de la novela acaban en la más absoluta soledad. Tal vez el tratamiento que Jed Martin, reencontrado en cierto modo consigo mismo y con la naturaleza, da a sus últimas fotografías sea la respuesta a un mundo que parece caminar hacia una progresiva e imparable descomposición moral y ética.
Carlos Bravo Suárez