Ayer vimos La voz dormida. Me gustó bastante menos que el libro de Dulce Chacón, pero se dejó ver (un poco por las actrices protagonistas, otro poco porque la historia es tremenda y, sobre todo, porque creo que no deja de ser una película necesaria). En cualquier caso, da un poco de rabia que en este país todavía no hayamos aprendido a hacer buenas pelis sobre nuestros peores años, no sé, como si existiera siempre una especie de pretensión de dulcificarlas y de recurrir a la lágrima fácil, como si se desconfiara de los espacios de dulzura (de la buena, de la que también duele) y de la propia capacidad de hacer llorar que la realidad en sí tiene (dicho sea de paso, que me tiré media peli llorando como también me tiré medio libro llorando en su día). Viéndola me acordé, por supuesto, del magnífico libro - disco La tierra está sorda de Barricada, inspirado también en gran medida en el libro de Dulce Chacón (para muestra esta canción, que habla de su protagonista, Tensi) y ampliado luego con abundante bibliografía sobre los represaliados de la dictadura franquista. Pero la canción que me venía todo el rato a la cabeza era Omega, la primera canción del disco homónimo de Enrique Morente y Lagartija Nick. Su oscuridad, su densidad, su rabia, su dolor. Todo eso que remueve y quema.