La edad de las confituras

Estos relatos de Maurice Pons tienen, además del valor de ser inéditos hasta ahora en España, la curiosa sinergia de una carambola a dos bandas. Pons y sus “Virginales” fueron calificados de textos impíos y perversos por los zelotes de su época; y precisamente a través del escándalo llegaron el interés y el éxito, la adscripción a una nueva tendencia que pretendía desterrar la novela tradicional decimonónica al estilo de Balzac. Pons resultó innovador, moderno; un precursor que abrió una vía de renovación en la literatura francesa. Ambición y objetivos en los que resultó contemporáneo y coincidente con la Nouvelle Vague; un grupo de cineastas que pretendían transformar el cine francés.
Y en esa sincronía surgió la complicidad. Los “Virginales”, publicado en 1955, fue la ópera prima de Pons, y en uno de sus relatos: “Los mocosos”, se basó François Truffaut para filmar en 1957 un cortometraje con el mismo título. Segundo corto del director que él mismo consideró siempre como el primer paso de su carrera cinematográfica.
Visto hoy, “Les mistons” de Truffaut, ha envejecido mal. Para poder entenderlo y apreciarlo hay que ser un gafapasta de cine-club y Nueva Ola. Sin embargo el relato mantiene todo su vigor sin necesidad de contextualizarlo. La hermana de Jouve era demasiado guapa. No podíamos soportarlo. Los movimientos de un corazón virginal se rigen por una lógica propia de la infancia: como no teníamos la edad de amar a Yvette, decidimos odiarla y atormentar sus amores.
Y precisamente en ese no teníamos la edad de amar se resume muy bien el contenido de la gran mayoría de los relatos de Pons. Los “Virginales” están protagonizados por niños en esa edad indeterminada –tierra de nadie- del final de la niñez y principio de la juventud. En ese tiempo neutro entre candidez y malicia Pons nos cuenta de los terrores infantiles en un delicioso ajuste de cuentas con el maldito Balzac. Nos recuerda la crueldad típica de los niños, pero también su pudor y su culpa; su fascinación por la muerte, la aventura y su sorprendente ingenuidad.
Pero mayoritariamente estos “Virginales” tratan del sexo y la inocencia, y su mayor acierto está en reflejar esa dicotomía, ese desconcierto, esa especie de pureza insólita. Niños que descubren la atracción fetichista de un ligero. Niños que fingían a la perfección haber superado la edad de las confituras y que juegan con un extraño objeto de caucho con cabeza oblonga que encontraron en casa de su abuela. Chicos que compraban serpientes de nube y canicas y que forman una pandilla capitaneada por una chica que les permitía verla desnuda sin tocarla. De la forma más sencilla del mundo, aquella joven criatura nos había provocado la conmoción de una revelación. Ella era para nosotros el descubrimiento amable de tantos sueños oscuros e imaginaciones ocultas. Niños atraídos por el lado impúdico de una adolescente que turba su inocencia. Batallas virginales, aliento, mordiscos y saliva; besos de amor que yo no sabía dar. Recuerdos de verano y placer. Mocosos, mistons que en el fondo no éramos malos, sino solo víctimas de esa rabia impotente, de esa crispación que experimentan los niños frente al amor que ignoran y que les atormenta.

“Virginales”. Maurice Pons. Tropo Editores. Zaragoza, 2011. 108 páginas. Traducción de Verónica Fernández Camarero. Ilustración de portada de Óscar Sanmartín.

Tropo Editores
http://www.tropoeditores.com/

Les Mistons, de François Truffaut
http://www.youtube.com/watch?v=Ne0OS9s8NNs