A Fals se puede ir en vehículo por una pista que se toma a la derecha de la carretera N-230 procedente de Benabarre, un poco antes de llegar a Tolva. Mucho más grato y recomendable es acercarse al lugar andando, en un relajante paseo de poco más de media hora desde Tolva. A la entrada del pueblo si venimos desde Benabarre, tomamos un camino a la derecha justo después de pasar junto a la ermita de Santa Anastasia y la afamada panadería de lugar. Seguimos al principio el GR-18 que lleva al vecino pueblo de Ciscar. Cuando este camino se desvía hacia la derecha, nosotros continuamos recto en dirección a la entrada del congosto del río Cajigar, pasando junto al cauce del río por un estrecho sendero algo cerrado por la vegetación. Sin llegar hasta la misma entrada del congosto, nos desviamos a la derecha y en pocos minutos llegamos a Fals.
A la hora de escribir sobre este interesante enclave medieval, el primer problema que se plantea es el de su nombre. Su denominación en catalán es sin duda Falç, equivalente al castellano “hoz” y a su menos polisémica variante “foz”. Los tres términos proceden del latín “falx, falcis” y su significado es aquí descriptivo: “angostura que forma un río entre dos sierras”. Aunque muchos utilizan el término castellano Falces para referirse a este rincón de
Sobre el origen histórico del castillo de Fals hay al menos dos versiones. De un documento del archivo de Roda del año 1062, se ha deducido que el rey Ramiro I, en ese momento en el recién conquistado Benabarre, concede permiso al caballero Agila de Fals (o Águila de Falces) para construir un castillo en dicho lugar. Sin embargo, Fals figura entre las fortalezas tomadas a los musulmanes por el caballero Arnau Mir de Tost, en este caso al servicio del rey Ramiro I, quien se lo habría concedido en feudo. Según el testamento de Mir de Tost, fechado en 1071, Fals pasó a su yerno Guerau Ponç de Cabrera y fue después propiedad de los sucesivos vizcondes de Àger, título creado por Mir de Tost para su familia. Por debajo del rey y del vizconde, la fortaleza tuvo sucesivos tenentes, primero vinculados a Montañana y luego a Ciscar, lugares ambos pertenecientes en su momento a la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.
La última noticia histórica reseñable sobre el castillo de Fals data del año 1588, durante las famosas Alteraciones de Aragón ocurridas en el reinado de Felipe II. Los partidarios de los condes de Ribagorza se protegieron en la fortaleza y sufrieron numerosas bajas en el asedio del Miñón de Montmellar, bandolero catalán que ayudaba a los rebeldes ribagorzanos. Tanto el castillo como la posible población colindante quedaron al parecer tan afectados que ya nunca lograron recuperarse.
Junto a lo que queda de la torre del castillo, se levantan los restos de la iglesia de los santos Justo y Pastor, que sería durante un tiempo de las principales de la comarca. Algunos documentos la citan como abadía y, al parecer, hubo en ella una pequeña comunidad de clérigos bajo el mando de un abad. Esta situación parece haber cambiado cuando el templo quedó subordinado al priorato de Roda. Los tenentes del castillo, señores a la vez de Fals y de Ciscar, ejercerían durante un tiempo un importante mecenazgo sobre la iglesia. De su importancia puede dar idea la rica portada que luego se transplantó a la iglesia parroquial de Santa María del Puy de Tolva, de la que es hoy el principal atractivo. Su magnífica decoración, en especial de sus capiteles, permite relacionar esta portada con las de Santa María de Baldós y la ermita de San Juan de la vecina Montañana.
Tanto Pascual Madoz como el gran viajero Jaime Villanueva vieron aún en pie la iglesia de Fals durante el siglo XIX y quedaron impresionados por su belleza. En su “Noticia del viaje literario a las iglesias de España, emprendido de orden del rey en 1802 y escrita en el de
Hace ya unos años, en una visita al lugar con mi amigo Paco Rubio, observamos los restos de una construcción en medio de unos campos de labor situados al otro lado del camino en dirección al norte. Nos pareció que podían pertenecer a una antigua ermita y de ello informamos a Juan José Omedes, quien corroboró nuestra sospecha y los incluyó en su conocida web sobre el románico aragonés. Los vestigios de esa ermita vienen a aumentar la hipótesis de la existencia de un antiguo poblado en las proximidades del castillo de Fals.
En una zona con abundantes fortalezas y castillos, algunos tan cercanos como los de Luzás, Viacamp o Benabarre, la visita a Fals y a la vecina Tolva constituye otro eslabón fronterizo que en absoluto decepcionará a quienes aprecian la historia y el arte de nuestra tierra.
Carlos Bravo Suárez
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
Fotos: Castillo de Fals -tres fotos acercándose-, restos de la iglesia de San Justo y Pastor, iglesia y torre del castillo, iglesia de Nuestra Señora del Puy de Tolva, portada de la iglesia procedente de Fals, capiteles y decoración de la portada -cuatro fotos- y restos de una antigua ermita en las proximidades de Fals.