Te esperaba
bajo los trazos grises del invierno
que se engarzaba prudente
al cuello de toda certidumbre.
Me cansé del frío
que disparan sobre el mármol las creencias
y salí a buscar un rastro,
la huella que perdura tras la lluvia,
un hueco de luz donde arrojar
flores y despedidas.
Me deshice del miedo
para llegar al almendro o a la acacia
y germinar desde dentro hacia la tarde.
Y entregarte el mensaje que no esperas.
Y llegar.
Llegar como llega la primavera
- umbral de todos los deseos -
a lamer la fe de los amantes,
derritiendo escarchas y silencios,
abriéndose la piel del corazón
para extirpar el invierno.
(c) Elisa Berna Martínez