Los relatos de Óscar Esquivias son historias de gente corriente. De hombres corrientes que quieren vivir una aventura infrecuente. De hombres corrientes que, sin quererlo, viven una aventura sorprendente. De adolescentes que se estrenan a la vida, a la enfermedad, a la muerte, al amor, al éxito y al fracaso. Hombres que se enfrentan a sí mismos y a los demás.
Los relatos de Óscar son historias de personas y familias corrientes: hijos, madres, padres y hermanos. Historias corrientes que nunca suelen contarse. Historias que ocultamos a nuestras madres, a nuestros padres y a nosotros mismos. Pensamientos, días de rubor y deseo, vergüenza ajena, sordidez, locura y ridículo; milagro y asombro; vida recién descubierta. Historias de niños que se han vuelto hombres, que se estrenan en el placer y el sexo, el desengaño y el mañana. Hombres que un día se descubren viejos, hijos que se parecen a sus padres, que recuerdan las imágenes luminosas de la infancia, el olor de la enfermedad, el miedo a perder la alegría. La certeza de la derrota y el ridículo, la vida y sus trapicheos, sus perdedores, la esperanza puesta en el futuro. La vida, cuando todo está por venir. La vida, cuando lo corriente resulta una comedia agridulce que sobrellevar.
Los relatos de Óscar son historias en primera persona del singular y primera del plural. Historias compartidas voluntaria o forzosamente, queriendo o sin querer. Son la narración de aquel día en el que algo sucedió y luego todo siguió como antes. De aquel día en el que esperábamos algo y sucedió al revés, pensábamos que saldría mal y salió bien. Aquel día que nunca olvidaremos. Los relatos de Óscar son espinas que alguien se saca. Espinas que alguien nos clava. Disfraces que alguien nos presta. Recuerdos que nadie nos arrancará jamás.
En la narrativa de Óscar todo es sencillo; todo es de una sinceridad demoledora. No hay trucos de magia, igual que en nuestra vida no existen esos artificios. Cualquier cosa que imaginemos, por absurda que resulte, puede suceder. Lo que importa es lo que nos queda después. Lo que sacamos en claro. Tal vez algo que ya sabíamos. Tal vez algo nuevo. Tal vez lo que sucede antes de subir el telón y ver la función que siempre interpretan otros; la mentira, el desconcierto, el dolor y la risa de otros.
Los relatos de “Pampanitos verdes” cuentan situaciones vulgares, cómicas, imposibles. Situaciones corrientes, posibles y surrealistas. Momentos dolorosos y clarividentes. Momentos de aprendizaje y confirmación.
Sus palabras no ocultan nada, no niegan nada No hay poesía, no hay eufemismos, no hay maquillajes ni metáforas, hay humana realidad.
Imaginamos. Imaginamos constantemente. Imaginamos, vivimos y callamos. Mentimos y somos cobardes, educados, prudentes y falsos. Y Óscar lo sabe y lo cuenta.
Óscar Esquivias. “Pampanitos verdes” Ediciones del Viento. La Coruña, 2010.
Los relatos de Óscar son historias de personas y familias corrientes: hijos, madres, padres y hermanos. Historias corrientes que nunca suelen contarse. Historias que ocultamos a nuestras madres, a nuestros padres y a nosotros mismos. Pensamientos, días de rubor y deseo, vergüenza ajena, sordidez, locura y ridículo; milagro y asombro; vida recién descubierta. Historias de niños que se han vuelto hombres, que se estrenan en el placer y el sexo, el desengaño y el mañana. Hombres que un día se descubren viejos, hijos que se parecen a sus padres, que recuerdan las imágenes luminosas de la infancia, el olor de la enfermedad, el miedo a perder la alegría. La certeza de la derrota y el ridículo, la vida y sus trapicheos, sus perdedores, la esperanza puesta en el futuro. La vida, cuando todo está por venir. La vida, cuando lo corriente resulta una comedia agridulce que sobrellevar.
Los relatos de Óscar son historias en primera persona del singular y primera del plural. Historias compartidas voluntaria o forzosamente, queriendo o sin querer. Son la narración de aquel día en el que algo sucedió y luego todo siguió como antes. De aquel día en el que esperábamos algo y sucedió al revés, pensábamos que saldría mal y salió bien. Aquel día que nunca olvidaremos. Los relatos de Óscar son espinas que alguien se saca. Espinas que alguien nos clava. Disfraces que alguien nos presta. Recuerdos que nadie nos arrancará jamás.
En la narrativa de Óscar todo es sencillo; todo es de una sinceridad demoledora. No hay trucos de magia, igual que en nuestra vida no existen esos artificios. Cualquier cosa que imaginemos, por absurda que resulte, puede suceder. Lo que importa es lo que nos queda después. Lo que sacamos en claro. Tal vez algo que ya sabíamos. Tal vez algo nuevo. Tal vez lo que sucede antes de subir el telón y ver la función que siempre interpretan otros; la mentira, el desconcierto, el dolor y la risa de otros.
Los relatos de “Pampanitos verdes” cuentan situaciones vulgares, cómicas, imposibles. Situaciones corrientes, posibles y surrealistas. Momentos dolorosos y clarividentes. Momentos de aprendizaje y confirmación.
Sus palabras no ocultan nada, no niegan nada No hay poesía, no hay eufemismos, no hay maquillajes ni metáforas, hay humana realidad.
Imaginamos. Imaginamos constantemente. Imaginamos, vivimos y callamos. Mentimos y somos cobardes, educados, prudentes y falsos. Y Óscar lo sabe y lo cuenta.
Óscar Esquivias. “Pampanitos verdes” Ediciones del Viento. La Coruña, 2010.