Poema XXVI de "El guardador de rebaños"

A VECES EN DÍAS DE LUZ PERFECTA Y EXACTA,
en que las cosas tienen toda la realidad que pueden tener,
me pregunto a mí mismo lentamente
porque siquiera atribuyo
belleza a las cosas

¿Tiene belleza acaso una flor?
¿La tiene por casualidad un fruto?
No: tienen color y forma
y existencia sólo.
La belleza es el nombre de alguna cosa que no existe
y que yo doy a las cosas a cambio del agrado que ellas me dan.
No significa nada.
Entonces, ¿por qué digo que las cosas son bellas?
Sí, incluso a mí, que vivo sólo de vivir,
invisibles me llegan las mentiras de los hombres
ante las cosas,
ante las cosas que simplemente existen.

¡Qué difícil ser uno mismo y no ver sino lo visible!

Fernando Pessoa travestido de su maestro Alberto Caeiro, ficción de interludio, poeta pagano "en su esencia absoluta, tal como ni los griegos ni los romanos, que vivieron en él y por eso no lo pensaron, lo pudieron hacer", fallecido a los veintiséis años de tuberculosis en la siempre rota e inmensa ciudad de Lisboa como el paralelo Cesário Verde. La traducción es de José Luis García Martín, selector y comentarista del primer libro que tuve de Pessoa y al que más cariño tengo: Fernando Pessoa, la antología, biografía y estudio crítico, publicada por la editorial ya desaparecida Júcar en su colección "Los Poetas", primera edición de 1983.