ESTAFA RETROACTIVA EN LA LEY ANTITABACO
Columna publicada en El Periódico de Aragón. Miércoles 30 de Marzo de 2011
José M. Blasco Valtueña. María de Huerva (Zaragoza)
Los propietarios de locales de ocio que se inauguren con esta ley antifumadores saben a qué se atienen. Los que abrieron en su día, los que invirtieron un gran capital de sus bolsillos para crear trabajo y, por lo tanto, riqueza, o sea, beneficios, porque esos locales reunían una serie de condiciones de negocio, deberían sentirse estafados por el gobierno.
Esas grandes inversiones en unos negocios cuyas directrices estaban claras no rentan ni se amortizan con ese cafelito, ese poleo menta o incluso ese gintonic que se toman un día a la semana la mayoría de esos no fumadores, que ahora se encuentran como en el cielo en lugares que no les pueden pertenecer ni siquiera espiritualmente, porque no los mantienen. Y encima se comerán gratis esos platitos de kikos previstos para contentar a los sufridores.
El hostelero, el empresario tiene derecho a elegir a qué tipo de clientela está dirigido su negocio, ya que en su momento por ello pagó su tipo de local, su situación, su decorado, sus determinados permisos y sus impuestos, que además crecen cada año. Con esta ley le han estafado retroactivamente, es una expropiación de derecho de negocio.
Es cierto que lo no legal, eso de lo que no saca provecho el gobierno, es ilegal venderlo y consumirlo en los locales de ocio. España es el país donde más cocaína se consume de toda Europa. Y no se consume en la calle. El tabaco sí es legal, es un producto para el ocio y se vende en locales de ocio.
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=658969
2 de abril
Al menos, eso dicen los de ADN...
Y nada más y nada menos... ¡¡que presentando otro libro!!
De los hasta (casi) 100 bichos existentes, el nesquens debe ser uno de los más atareados!!
Blanca Vázquez escribe sobre Miquel Silvestre y Beatitud.
Hojas de acebuche
Cuida que a poniente las viñas no te miren |
ni plantes avellanos por medio de las vides, |
ni escojas los vástagos más altos, o bien, |
no podes los esquejes de la copa (tanto es |
su amor a la tierra), ni con el romo podón |
los pámpanos lastimes, ni plantes intercalados |
troncos de acebuche. Pues más de una vez |
a los pastores cuando están desprevenidos |
se les escapa el fuego, que se mete primero |
escondido debajo de la untosa corteza |
y se propaga todo alrededor del tronco |
y la llama al saltar a las hojas más altas |
provoca un tremendo estallido en el cielo; |
sigue desde allí y se apodera de las ramas |
y reina por las altas copas y el bosque entero |
envuelve con las flamas, y al cielo negra nube |
arroja engordada de espesa resina, |
sobre todo si se echa encima la tormenta, |
y se revuelve el viento que aviva los incendios. |
Cuando esto sucede no se nutren las vides |
de la raíz ni pueden si se podan revivir, |
ni salir otras nuevas en esa misma tierra; |
se salva, con sus hojas de hiel, el acebuche. |
BEATITUD en GQ.
Una semana de músicos, nervios y poetas
Y llegó el día:
A Marisa Lanca (la otra del nosotros), mi mujer y santa esposa, le ofrecen publicar un libro cartonero de poemas con la editorial Cartonerita Niñabonita. Se ve encantada, dice que sí, y lo titula "Acerca de mis amantes". ¡Toma castaña!
Como este rollo cartonero nació en lo underground, en las favelas, aunque enseguida se adoptó en lo del corralito argentino, pues que se ha hecho muy deseado, aun habiendo pasado de lo underground al capricho, por la intelectualidad de todo país pudiente con capacidad para publicar en tapa dura y pliegos cosidos con hilo. ¿Que qué es un libro cartonero? Se trata de un puñado de folios con fotocopia de texto e ilustraciones, como los antiguos fanzines, grapados a unas tapas. Sólo que en este caso las tapas se recortan en el cartón de cualquier caja de embalar y la portada se rotula y decora a mano. Una vez fabricado el libro, venía lo de la presentación y, por lo ya contado, debía ser apropiada. Cuantos más años nos caen, más subversivos. Pasamos de centros oficial o políticamente correctos. Decidimos homenajear con esa presentación al restaurante cafetería Kresala 2, local grande y acogedor, uno de los primeros insumisos de España con la ley antifumadores y el primero que lo fue en Zaragoza. Por el sitio elegido, nos temíamos que el local se pusiera hasta las cachas o que no viniese ni dios.
Fue el miércoles 23. No se petó. Vino la gente adecuada: amigos, conocidos y desconocidos. Y lo pasamos muy bien. Una fiesta emotiva y más divertida de lo habitual en estos actos, por culpa de los presentadores: David, Juan Luis y Margarita, incluida la comulganta, incluido el espontáneo Luis Cebrián, que estuvieron de 10. El editor hizo corto con los cuarenta y cinco "Acerca de mis amantes" expuestos, y unos cuantos de los presentes se quedaron por el momento sin poder disfrutarlo. ¡Qué semanita de nervios!
Al día siguiente, jueves, con todas las neuronas ya en su sitio, para que terminaran de soldarse nos trasladamos a Casetas y entramos en un lugar mágico: un bar, "Vinos Chueca".
En Vinos Chueca
Presentaban un librillo de poemas embaucador "Perico Fernández que estás en los cielos", escrito también "a dos" por mis hijos-padres adoptivos Octavio Gómez Milián y Juan Luis Saldaña. Allí sí que nos tomamos una copa, sin saber muy bien si nos encontrábamos en Paris, en Casetas o en Viena. Estuvimos en la gloria, recitaron y cantaron, todos tan deputamadre como siempre, Octavio, Juan Luis y El Gran Bob, propietario de ese local idílico. Por cierto, prepara una colección preciosa de disco-libros cartoneros de los cuales nos hemos quedado 2 antes de salir a la luz, que también le produce el cartonerito David Giménez.
Un día después, con todo el acelerón Kresala2 ya olvidado, asistimos a la presentación del libro "Paseo en bicicleta" de Antón Castro en el Teatro Principal, donde nos codeamos con las flores y las matas de las artes y las letras. Luego, a la Manifa contra el maltrato animal, junto a los siniestros punkarras Ignacio y Marian y otros, de Experimentos en el Terror. Con ellos comenzamos y con ellos cerramos esta crónica. Con copas y, por supuesto, tabaco.
Profundidad de los hoyos
Quizá preguntes cómo de hondo es el hoyo. |
Yo me atrevería incluso a plantar cepas |
en un surco liviano; el árbol que es alto |
se hunde más en tierra, y el que más la encina, |
que se estira tanto al cielo con la copa |
como a la región del Tártaro con la raíz. |
Así no la arranca el invierno, las lluvias, |
las ráfagas de viento: inmóvil permanece, |
a muchos descendientes sobrevive, ve a muchas |
generaciones de hombres pasar mientras perdura, |
y extiende por doquiera sus ramas vigorosas, |
y en el centro sostiene una sombra inabarcable. |
Creación de un viñedo
Con estas previsiones, recuerda dejar |
la tierra que se cueza, romper los montes grandes |
con hoyas y las glebas volteadas exponerlas |
al viento Aquilón, mucho antes de que plantes |
la estirpe poderosa de la vid. Blando suelo |
reclaman las mejores cepas. La escarcha fría |
y el viento lo procuran, y el recio cavador |
que mueve de la tierra deshecha las yugadas. |
Pero aquel labrador al que nada se le escapa |
busca con tiempo un sitio donde plantar luego |
sarmientos en hilera, un suelo parecido |
a aquel en que arrimó a los árboles plantones, |
para que no extrañen el cambio de la madre. |
En las cortezas marcan la orientación del cielo |
y restauran así la posición de cada una, |
la parte que aguantaba los calores del sur |
y la que vuelta estaba de espaldas al norte: |
hace mucho el hábito cuando están tiernas. |
Has de averiguar primero si es mejor |
poner la vid en faldas o en terreno llano. |
Si en campos de tierra crasa quieres vendimia, |
planta los brotes juntos, que no es más lento Baco |
en cepas apretadas; si el suelo se empina |
en lomas y colinas de cuestas muy tendidas, |
espacia las hileras, ponlas al tresbolillo, |
que cuadre al cortarse la hilera con la calle. |
Así ocurre a menudo en las grandes batallas, |
cuando una legión que formaba en columna |
despliega las cohortes y las tropas ocupan |
las anchuras del campo, y las rectas escuadras |
y la tierra entera se ensancha y se ondula |
de bronces que al abrirse resplandecen, en tanto |
aún no se han revuelto en terrible combate, |
y Marte, indeciso, pasea entre las armas. |
Que la separación se ajuste entre las calles |
a la misma medida, no por que alimente |
la hermosa perspectiva un corazón vacío, |
sino porque la tierra no de otra manera |
dará la misma fuerza a todas, ni los sarmientos |
podrán desparramarse por el espacio libre. |
El hombre de la gorra
Exposición de Ruven Afanador en Sevilla.
Fotografía de González Alba
lo engulló por fin la lluvia.
Una tarde de agosto.
Hace ya muchas lluvias.
Y dejó de quemarme la piel
el examen cauteloso de su mirada,
anegado -quizá- el juicio
por el agua sorpresiva del verano.
El hombre de la gorra
poco a poco fue encogiendo,
no concebían sus manos
ríos ni lágrimas.
Me miraba asustado
y yo estiraba
mi cuerpo divertido hasta las nubes.
Grande.
Grande.
Y él tan diminuto.
Gimoteando.
Al hombre de la gorra no volví a verlo.
Dejó apenas un rastro sucio.
Y su gorra.
(c) Elisa Berna Martínez
Albada 235
Cuenta la historia que en la Ciudad de las Horas Perdidas desde el amanecer pululan por las aceras de sus amplias avenidas –cavilosos, abstraídos– físicos y astrónomos solitarios, y que de vez en cuando se paran y forman grupos de tres, cinco y hasta de siete sabios; entonces, todos disertan metódicamente y por riguroso turno sobre El Tiempo, sobre su inmanencia estática, sobre la dificultad para pensar su esencia, para atrapar sus átomos… y tanta pasión les despierta el escurridizo tema que no se dispersan hasta ya bien entrado el día, cuando el hambre les apremia…
Un poco más allá, en el fondo de los portales de las grandes casas, se oyen ruidos de máquinas y extraños engranajes que amortiguan exclamaciones y algunos juramentos. De toda época y procedencia se ve a los relojeros bregar con sus máquinas, midiendo azacanados cuál mide con más precisión “lo intangible”. El italiano Dondi, el alemán Henlein, Huygens el holandés o el francés Berthoud… se afanan incansables sobre sus fabulosos inventos. Un sordo y acompasado tic-tac de cientos de máquinas llega hasta la calle, la llena y continúa repitiéndose mucho tiempo después bajo el eco de las clepsidras junto al molino del río.
Dicen los que no la han conocido, que en la Ciudad de las Horas Perdidas nadie lleva la cuenta de las horas que faltan; ¿cómo, si todas se han olvidado y no se las puede encontrar? Sin embargo, el más viejo del lugar, el que todo lo recuerda, tras largos años y mucha paciencia ha conseguido, aplicándose con esmero, encontrarlas y ordenarlas todas...
Y ahora, entre las baldas y los anaqueles, perfectamente colocadas y clasificadas, el usuario puede encontrar lo mejor y más moderno en: horas punta, horas tontas, altas horas, horas supremas, horas muertas, horas bajas, horas santas, horas lúcidas, horas de visita, horas de la siesta, horas solares, horas nocturnas, horas de comer y cenar, un pack completo de horas extraordinarias, horas de oficina o, incluso, horas de atención al público.
El anciano guarda como un tesoro dos magníficos incunables, “Libros de Horas”, exentos de préstamo por supuesto; presta sin embargo gustoso a todo aquel que se lo pide la amplia colección de: entre horas, a primera hora, a última hora, hora de la verdad, a buenas horas mangas verdes, ahora, hacer horas, hora fatal, en mala hora, enhorabuena, pedir hora, poner a hora, a todas horas, ya era hora, hora de la venganza, hora del juicio final, no ver la hora, dar la hora, tener las horas contadas, de buena hora… kilómetros por hora, hora y pico, medio cuarto de hora…
Pero terminemos con la historia, porque en la Ciudad de las Horas Perdidas también se pone el sol… y cuentan además que cuando ya el Tiempo y sus habitantes se apresuran a cerrar puertas y ventanas para zambullirse en los suaves edredones, se escucha sobre la ciudad un tierno susurro antes de apagar la última luz: Para el reloj, amor, que no se nos quede corta la noche…
Historia de la ciencia ficción
Juan Carlos Navarro me envía este vademécum (obra de Ward Shelley) del que habría que preparar una versión hispana... en forma de mula. Pincha en la imagen para explorarla.
AULLIDOS EN EL CCAN
En realidad...
Río viejo
Después de terminar La escapada, y teniendo en cuenta las noticias del Japón (con qué sencillez, con qué verosimilitud sucede lo nunca visto), me puse a leer El viejo, una de las dos historias que, barajadas en orden alternante, componen Las palmeras salvajes. Hasta allí me ha llevado la riada porque también sucede en un desbordamiento del río en Mississippi, algo como el Katrina, y porque me acordé, al ver, la otra noche, el final de True grit, del viejo presidiario acompañando a la mujer parturienta en medio de la ciénaga, entre cadáveres de mulas y cascotes de barcazas naufragadas, igual que nada más empezarlo a leer me viene la certeza casi absoluta de que sin esta narración de Faulkner Cormac McCarthy no habría escrito nunca La carretera.
Aprovecho, además, que el texto íntegro de El viejo viene recogido en The portable Faulkner para leerlo en inglés al tiempo que la traducción de Borges ahora reeditada por Siruela, no tanto para aclararme con lo que decía Faulkner como para saber lo que Borges a veces quiere decir. Estas traducciones deberían publicarse sin el nombre del traductor. Sólo de ese modo sabríamos si su presencia es inevitable con independencia de que sepamos de ella, porque así resulta imposible, en ocasiones, no leer a Borges en vez de a Faulkner; y en casi todas ellas, cuando me acerco a compararlo con el original, veo que en el flujo de sintaxis viscosa y potente de Faulkner se cuelan con demasiada frecuencia las apreciaciones típicamente borgianas, los adjetivos que sólo usaba él, las construcciones deliberadamente anglófilas, esa tendencia a la perfección serena y brillante que parece siempre quedarse así para siempre, como una larga sucesión de frases lapidarias, de versos pulidos y felices combinaciones. Parece el Borges que al describir la naturaleza la despoja de toda sombra de vida real y la barniza con sustancias abstractas. Sí, es un Faulkner poético y abstracto, con una prosa sin lamparones, planchada, inmaculada, la prosa de un experto de Naciones Unidas que acude a visitar el territorio devastado y lo mira todo con un rictus de úlcera sangrante. En Faulkner uno está metido en las aguas turbias y poderosas de la inundación, en el olor a naturaleza descompuesta. En Borges hay hallazgos léxicos, rarezas idiomáticas, interpretaciones perspicaces, giros oportunos, soluciones curiosas. O sea, en Borges, escriba, traduzca o respire, hay siempre mucho Borges.
Y entre sus peculiaridades una en particular que ha hecho mucho, pero mucho daño a la narrativa en español. Suele decirse que esta traducción de Las palmeras salvajes inició a muchos jóvenes escritores latinoamericanos en la degustación de William Faulkner. No me extrañaría: a algo tendrían que deberse las insoportables series de oraciones de gerundio yuxtapuestas que nos marearon en España de Luis Martín Santos en adelante. En inglés son, en efecto, largas ristras de subordinadas adverbiales que empiezan todas por un verbo en gerundio. En inglés ya suena excesivo (a los ingleses), pero en castellano resulta insoportable. Debería ser obligatorio sustituirlas por oraciones con conjunciones y verbos en forma personal o por oraciones de relativo, mucho más flexibles y menos monótonas que los dichosos gerundios.
Así que, cuando el presidiario con la mujer recién parida en la barcaza (el esquife) sube a bordo del barco lleno de gente que huye y se empeña en que los vuelvan a dejar por donde iban, en mitad de un río sin orillas, fangoso y lento, y se encuentra con un lugareño que habla en francés y le da cobijo y ropa limpia y le enseña a cazar caimanes, la prosa de Faulkner, en el más reflexivo y desgarrado, en el tono más lírico posible, enlaza frases como centellas que en la exquisita traducción de Borges se quedan en rastros de un arado donde crecieron curiosas especies botánicas.
La foto que más nos gusta
la foto a)
o
la foto b)
La estrategia del hipopótamo
ACERCA DE MIS AMANTES
Es cartonero.
Es una plaquette de poemas.
Está editado por Cartonerita Niñabonita.
Se presenta mañana miércoles 23 de marzo, a las 20:00h
En el salón del Restaurante Kresala 2
Vía Ramón Pignatelli 45-47 (frente al hospital San Juan de Dios)
República Independiente de Torrero - ZARAGOZA
Se contará con la presencia de la autora y dos presentadores de excepción: Margarita Barbáchano (periodista y escritora) y Juan Luis Saldaña (periodista y escritor).
Y cómo no, la de David Giménez, el editor, que nos presentará además otro libro cartonero:"P3F" de Jorge Kanese (Asunción-Paraguay).
Marisa Lanca está en el aire, aquí
¡Premio!
Esta vez, el Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor por el libro Mi vecino de abajo, que saldrá a la venta esta misma semana!
[Ver la noticia en ABC]
Hasta arder en esta pira
Hasta arder en esta pira
he tenido que arrojarme a demasiados brazos
y abrirme la carne a verdades distintas.
Siempre ha estado pronunciando mi nombre
el lenguaje antiguo de las cosas muertas,
y de tanto lamer el cráneo de los cadáveres
se me agrietó la lengua,
enmudeció la idea,
se me secó el cauce vital que me nutría.
Y ardí.
(c) Elisa Berna Martínez