Todos mis dolores al unísono tararean la nana de lo inerte. Nana collar de noches vastas, nana bastión de cicatrices. Y todos mis dolores se acompasan reptando pentagramas planetarios. Ahh, mis armónicos dolores que estallan en los bordes de la herida, abiertos como frutas derramando su ácido reguero de aflicciones.
Insisto en desterrar el ronroneo ronco que brota de los rotos. Que ese exilio arrastre para siempre la música doliente del conflicto persistente de mis males.