LA ACABADORA

La acabadora. Michela Murgia. Salamandra. 2011. 190 páginas.

Cada cultura y cada momento de la historia tienen una determinada relación con la muerte. En la isla italiana de Cerdeña, la muy presente religión católica no logró al parecer terminar con algunas prácticas seculares que permitían hasta hace muy poco aliviar el dolor del último tránsito a los moribundos. Era en cierto modo un acto de compasión cuando no había más alternativa que el sufrimiento prolongado e irreversible del enfermo.

El título de la primera novela de la escritora sarda Michela Murgia hace referencia a Bonaria Urrai, una modista que cuando se lo piden y ella lo cree necesario reconforta a algunos enfermos del pequeño pueblo de Soreni con una intervención que hoy denominaríamos eutanasia o muerte dulce. La acabadora es una magnífica novela que ha tenido un enorme éxito en Italia, donde ha ganado algunos de los más prestigiosos premios literarios del país. Además de una brillante reflexión sobre la muerte y el sufrimiento de los seres humanos, el libro narra la relación entre la citada Bonaria Urrai, una mujer que se ha quedado sola en la vida, y la joven María Listru, adoptada por Bonaria con el consentimiento de su humilde familia. Esta forma de adopción se da -o se daba- al parecer con cierta frecuencia en Cerdeña y la criatura adoptada era conocida como “fill’e e anima” o “hija del alma”.

La novela, que está espléndidamente escrita y construida, permite conocer también algunos aspectos de la sociedad rural sarda. En la cultura y las costumbres de la isla perviven supersticiones ancestrales y violentas disputas entre campesinos. En un lenguaje realista, que por momentos recuerda a algunos escritores clásicos italianos como Giovanni Verga, vivimos una historia de amor, salpicada de algunos rechazos, entre dos magníficos personajes femeninos.

El tema de la muerte es abordado de manera directa y sin rodeos, con realismo y crudeza. La labor de la acabadora puede entenderse como una forma de compasión y en cierta medida como un servicio a la comunidad que la requiere y la acepta tácitamente. Un tema tan de actualidad como la eutanasia aparece aquí tratado en el seno de un pequeño pueblo sardo que vive entre la tradición y los primeros atisbos de modernidad, pero en un momento en que los enfermos todavía morían en su casa al cuidado de sus familiares, en el propio pueblo, lejos de hospitales y tratamientos médicos modernos. Y si las comadronas ayudaban a nacer a los niños, es la acabadora quien ayuda a morir a los habitantes de esa pequeña comunidad rural que tan bien describe Michela Murgia en esta su primera y magnífica novela.

Carlos Bravo Suárez